Revolución en las aulas

Un operario depositó, ayer mismo, un cargamento de setenta y cuatro ordenadores ultraportátiles en el colegio de Educación Infantil y Primaria Navas de Tolosa, en la capital.

A esa misma hora, un informático, amigo del centro, se “peleaba” gratis con el servidor —corazón de la e-red y de sus conexiones con el distribuidor, en Sevilla— de la escuela, que fue pionera en la implantación de nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) hace tres años.
Ambas situaciones representan la cara y la cruz de la implantación del plan Escuela TIC 2.0., una iniciativa arriesgada de la Consejería de Educación. Arriesgada y cara (Educación invertirá sólo en los cursos 2009-2010 y 2010-2011 en torno a siete millones y medio de euros en la Escuela 2.0 en la provincia). Pero, más allá de las dificultades, goza de una muy buena acogida por parte de los profesionales docentes que empiezan a aplicar las nuevas herramientas en sus lecciones diarias. Y de mejor futuro, ya que las TIC son parte fundamental en el comienzo de una revolución en la manera de impartir clase en las aulas andaluzas.
El director del Navas de Tolosa, Manuel Martínez, lo tiene claro: el mayor logro de la implantación de los recursos tecnológicos se traduce en un aumento de la motivación del alumnado. “Entendemos todo el material como un recurso educativo. No es una panacea, pero sí consigue motivar a los niños”, destaca. Con él coincide Manuel Fernández, maestro de Matemáticas en quinto . En su aula dispone de una de las cinco pizarras digitales del centro, en la que proyecta problemas y ejercicios que ahora sus alumnos sí quieren salir a resolver.

Escolares trabajan con un ordenador.
Otra de las grandes ventajas de disponer de internet en el aula es el acceso gratuito a una ingente cantidad de material didáctico colgado en la red. “Departamentos universitarios, maestros, editoriales... ponen su material a disposición de todo el que lo necesite”. También la Junta de Andalucía dispone del programa JClic, con aplicaciones para todos los contenidos incluidos en el currículo, y las editoriales se suben, más temprano que tarde, al carro de los recursos digitales.
El año pasado, los alumnos de quinto y sexto de todos los centro de Primaria de la provincia recibieron un ordenador. En total, se repartieron 14.918 y se instauraron 595 aulas digitales (dotadas con conexión wifi, banda ancha y dotación informática en la mesa del profesor). Este año, habrá 335 en las clases de primero de Educación Secundaria, según explicó la delegada provincial, Angustias María Rodríguez. El objetivo es que haya una continuidad en su utilización y que no se limite al tercer ciclo de Primaria, aclaró. Por ello, apuntó que, a diferencia con el anterior programa TIC, ahora, cualquier centro tiene esa categoría, al menos, en quinto y sexto.
Pero no hay revolución que llegue a buen puerto sin información. Por ello, desde hace varios años, los Centros de Formación del Profesorado imparten cursos obligatorios y voluntarios a los maestros para que aprendan a incluir las nuevas herramientas en sus lecciones. También los padres participan en actividades formativas, impulsadas por las Asociaciones de Madres y Padres de algunos centros, y poder ayudar a sus hijos a continuar con el aprendizaje en casa. Para hacerlo posible, la Consejería de Educación y el operador de internet Vodafone llegaron el miércoles a un acuerdo para facilitar la conexión a los hogares a un precio económico. “Internet, contigo deberes” facilita el acceso a la red de redes a los niños a la hora de hacer las tareas, de seis a nueve de la tarde, por una cuota mensual de nueve euros.
Y tampoco hay revolución sin altibajos. Martínez reclama la presencia de un técnico para mantener la dotación que dispone su centro. La exigencia se repite en varios centros, así que la Junta idea la fórmula para descentralizar la gestión que haga de intermediario entre los centros y Sevilla. También se plantea la posibilidad de crear una fórmula para ayudar a colegios e institutos con los gastos de las reparaciones futuras.